1 de noviembre de 2010

Gracias (II)


Demasiado abandonado estaba esto... pero ayer, una chica un tanto peculiar me sugirió que lo retomase, así que aquí estoy. Cariño, esta entrada es sólo tuya.

No recuerdo cuándo nos conocimos exactamente, pero sí recuerdo dónde y cómo. Fue en aquel tugurio llamado Bathory que tanto te gustaba, borrachas como cubas y hablando sin tapujos. Ahí fue cuando descubrí que me caías bien.
Después de varios encuentros entre tú, yo, y el alcohol vinieron las quedadas vespertinas. No estábamos solas, pero ¿para qué recordar a gente que no merece la pena? Creo que nos acompañaban una barbie deforme y una morena con una cara curiosa, quizás tú las recuerdes mejor... :P
Y así un día, y otro, y otro más. Y cumpleaños, y fiestas para celebrar que nos conocíamos.
Luego nacieron las "Chicas yeyé", y descubrimos que vernos sin Pringles verdes no era lo mismo, que el Pisuerga (aunque nadie lo sepa) se podía fumar, y que Cervantes iba a lomos de Babieca hacia Salzetaburgo mientras Tolkien escribía Harry Potter.
Un día, con un sabor agrio en la boca descubrí que las cosas no eran como antes, que me interesaba más otra gente y que tenía que distanciarme. Y eso hice, cometiendo un error (afortunadamente) reparable.
Un año y varios meses pasaron hasta que me dí cuenta de que te echaba de menos. Sólo a ti. Después de dudar mucho, marqué tu número y te llamé. Volvimos a vernos, y supe por el brillo de tus ojos que nada había cambiado, que nos queríamos como antes. Sin rencores.
Esta vez no quedábamos tanto como antes, pero hablábamos más. Ya fuese en persona o por internet, ninguna de las dos estábamos dispuestas a dejar que esto volviese a morir.
Descubrimos que somos más parecidas de lo que pensábamos, que Sabina es un dios y que el rock rocks (juego de palabras horrible, lo sé).
Y cambiamos la casa de la Barbie por el karaoke, el Small's por otros sitios más acordes con nuestros gustos, las canciones "yeyés" por los poemas de Sabina, y las Pringles... bueno, las Pringles siguen y seguirán.

No sabes cuánto me alegro de haber retomado el contacto, me encantan tus paranoias igual que te gustan a ti las mías, me encanta poner una frase de Sabina en el estado y que respondas con la siguiente, me encantan tus conclusiones de domingo y todos los textos que llevan tu firma, me encanta saber que pase lo que pase estás ahí, a seis horas de distancia pero dispuesta a escuchar todo lo que tenga para decirte. Y me encanta... me encantas tú.

Te quiero muchísimo, no te imaginas lo importante que eres ahora en mi vida.

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