1 de junio de 2010

Idiota


Llevo ya un par de semanas dándole vueltas a algo, y aunque sé que las dos personas que pueden llegar a leer esta página son de total confianza, ni siquiera me atrevo a escribirlo. Y no es por cobardía, es por otra cosa que hacía mucho tiempo que no sentía: es vergüenza, y también miedo.

Vergüenza de que alguien se ría de mí como me lleva pasando desde que nací, y miedo de volverme a convertir en la estúpida niña tímida que era y a la que tanto odiaba.

Necesito hablar esto con alguien, cada minuto que pasa lo tengo más claro… ¿pero con quién? No quiero contárselo a alguien en quien no confíe, y no confío en tanta gente como para arriesgarme a perderlo… y tampoco quiero preocupar a nadie con mis estúpidos cambios de humor.

Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma, pero el mundo no deja de girar y la tormenta siempre vuelve. 

A veces me gustaría volver a ser la enana que era con tres años: inocente, ingenua, confiada y, sobre todo, feliz. Y hacer todo cuanto me apeteciese, sin pensar en problemas ni meterme en líos, sin discutir una vez al mes ni sufrir por gente que no lo merece, sin llorar sin motivo alguno ni volverme loca esperando una llamada, sin estar enganchada a la mierda de la televisión ni a este vicio estúpido que se ha convertido en mi único compañero. Quiero que mi única preocupación vuelva a ser que papá y mamá no me quieren comprar una muñeca porque se la van a comprar a la nena que viene en camino, y poder pasar horas sentada en una biblioteca devorando libros. Quiero cantar con un “tucrófono”, montarme en “el coite do miño padre” con “Mirisol no” y visitar a “Lola la carracola”. Quiero saber quién soy, a dónde pertenezco, que ya va siendo hora de encontrar un sitio en el que sentirme bien y abandonar esta vida nómada que me obliga a cambiar de aires constantemente. 

Pero sé que no puede ser, que la vida tiene sus momentos y si no los aprovechas, te jodes. Y me parece que ahora, después de un tiempo de calma y aparente felicidad, me toca joderme un rato. Por creer que todo podría salirme bien por una vez. Por idiota.