25 de noviembre de 2010

¡Di NO al maltrato!


Recuerdo una vez hace siete u ocho años, en un centro comercial de mi ciudad, como un hombre le gritaba a una mujer y le agarraba con fuerza el brazo mientras ella suplicaba con los ojos llenos de lágrimas que le dejase irse. La gente miraba sin disimulo alguno e incluso comentaba la situación cual colaborador de Sálvame. Yo tenía once o doce años, y aunque horrorizada por lo que estaba viendo, me armé con la mejor de mis sonrisas y me acerqué a la pareja. Miré al hombre y le pregunté por qué gritaba tanto, si había algún problema. Me respondió que no pasaba nada, que 'solo estaba hablando con mi mujer'. Manteniendo la calma y la sonrisa, le pedí que la dejase irse, que ella estaba alterada y que ya lo hablarían más tarde en casa. Tan pronto como dejó de agarrarle el brazo, ella se encerró en los aseos. 'Muchas gracias, pero no volveré a casa', me dijo mientras se iba.

¿Qué mueve a una persona a maltratar a otra? Cuando hablamos de "violencia de género", solemos mencionar al gran número de mujeres que han muerto a manos de sus parejas pero... ¿qué es de aquellas que siguen siendo maltratadas? Porque es muy fácil lamentarse entre café y café y decir "Otra más... ¡qué vergüenza!". Y aunque sea triste y suene cruel, a todas esas mujeres, a las 64 que han muerto este año y a las 335 en los últimos cinco años ya no podemos ayudarlas. En cambio, estamos a tiempo de tenderles no una mano sino todo el brazo a todas aquellas que son maltratadas día tras día. Porque el maltrato físico es horrible, de acuerdo, pero es muchísimo peor el psicológico. Porque un puñetazo deja marca, pero al final termina por irse, mientras que la humillación, la desesperación, el desengaño... todo eso vive contigo para siempre.

Y para siempre tenemos que mostrar que ya es suficiente, que hasta aquí hemos llegado. Porque decirlo es fácil, pero AYUDAR, en mayúsculas y con sus seis letras, no lo es tanto. Estar al lado de esa persona día a día, dejar de salir de fiesta para animar a otra persona y recordarle a todas horas que hay personas a las que sí les importa... eso es lo verdaderamente complicado.

No importa si el maltratador es tu padre, tu hermano o tu hijo, está mal. Denuncia. Incluso puede ser que la maltratadora sea tu madre, tu hermana o tu hija, porque no debemos olvidar que, aunque en menor cantidad, también hay un gran número de hombres humillados, menospreciados e incluso golpeados por sus parejas.

Sigo sin saber qué mueve a una persona a enterrar en vida a otra. Por muchas vueltas que le doy y por muchas situaciones en las que me imagine, nunca, NUNCA sería capaz de matar a alguien. Porque después de todo, el que maltrata, maltrata, ya sea literal o figuradamente.

Hoy es el día contra la violencia de género, pero debemos ser conscientes todos los días del año. Por ti, por esa vecina a la que escuchas llorar cada noche, por esa amiga que no se puede quitar las gafas de sol ni en invierno, por esa compañera del trabajo que cada día está peor... y por todas las que, desgraciadamente, ya no están ni bien ni mal, simplemente no están.

No he vuelto a saber nada de aquella mujer del centro comercial. Tampoco recuerdo ya su cara ni su voz, así que podría ser cualquiera. Aquella mujer maltratada podría ser la cajera del supermercado, la presidenta de cualquier empresa o esa cantante que tanto te gusta. Porque en estos casos no hay distinción entre clases sociales, todas somos víctimas. Pero no estás sola.
Nunca olvides que si eres consciente de una situación así y no haces nada por evitarlo, te conviertes en un verdugo más.

22 de noviembre de 2010

Paula Bescansa, ¡te quiero!


Una vez más, la vida me sorprende. Y no sé si será este positivismo que últimamente no me quito ni para dormir, pero esta vez es una sorpresa grata.

La he cagado, sí, pero una vez más me has demostrado que existe gente buena en esta vida llena de injusticias, que puedes tener mil defectos (yo tengo mil y uno, te gano) pero sabes perdonar. Y no es algo que hoy en día puedan hacer muchas personas, así que puedes sentirte bien orgullosa. La gente se dice ‘te perdono’, sí, pero realmente, en su interior, no son capaces de hacerlo. Y a mí me da la impresión de que tú sí me has perdonado, con sus dos palabras, sus nueve letras y su espacio.
Pero no vas a olvidarlo fácilmente, lo sé y tampoco quiero que lo hagas, porque si lo olvidas no podrías recordarme que está mal cuando por lo que sea a mí se me olvide. Procuraré no hacerlo, pero va a ser difícil, yo no soy de las que tropiezan dos veces con la misma piedra, yo tropiezo veinte como mínimo. Pero de todas me levanto y sigo adelante. ¿Pero sabes una cosa? Esta vez me llevo la piedra en el bolsillo, para que cada vez que meta la mano en él me acuerde de todo esto y no vuelva a hacerlo. Nunca más.

Te quiero, pequeña, te agradezco enormemente esta nueva oportunidad y prometo que esta vez seré mucho mejor que la anterior. Ya te lo dije muchas veces, que no voy a permitir que nada ni nadie nos separe. Y lo mejor de todo esto es que me has demostrado una vez más que tú tampoco.

Dicen que las verdaderas amistades lo superan todo y se hacen fuertes frente a los problemas… bien, ¡nuestra amistad hoy es incluso más fuerte que Chuck Norris!

¡Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero hasta el infinito y más allá!
N.N.infinito. Siempre.

Pd. Quizás esa no sea nuestra mejor foto, pero me recuerda unos días maravillosos en Madrid con la mejor de las compañías. Te quiero!

1 de noviembre de 2010

Gracias (II)


Demasiado abandonado estaba esto... pero ayer, una chica un tanto peculiar me sugirió que lo retomase, así que aquí estoy. Cariño, esta entrada es sólo tuya.

No recuerdo cuándo nos conocimos exactamente, pero sí recuerdo dónde y cómo. Fue en aquel tugurio llamado Bathory que tanto te gustaba, borrachas como cubas y hablando sin tapujos. Ahí fue cuando descubrí que me caías bien.
Después de varios encuentros entre tú, yo, y el alcohol vinieron las quedadas vespertinas. No estábamos solas, pero ¿para qué recordar a gente que no merece la pena? Creo que nos acompañaban una barbie deforme y una morena con una cara curiosa, quizás tú las recuerdes mejor... :P
Y así un día, y otro, y otro más. Y cumpleaños, y fiestas para celebrar que nos conocíamos.
Luego nacieron las "Chicas yeyé", y descubrimos que vernos sin Pringles verdes no era lo mismo, que el Pisuerga (aunque nadie lo sepa) se podía fumar, y que Cervantes iba a lomos de Babieca hacia Salzetaburgo mientras Tolkien escribía Harry Potter.
Un día, con un sabor agrio en la boca descubrí que las cosas no eran como antes, que me interesaba más otra gente y que tenía que distanciarme. Y eso hice, cometiendo un error (afortunadamente) reparable.
Un año y varios meses pasaron hasta que me dí cuenta de que te echaba de menos. Sólo a ti. Después de dudar mucho, marqué tu número y te llamé. Volvimos a vernos, y supe por el brillo de tus ojos que nada había cambiado, que nos queríamos como antes. Sin rencores.
Esta vez no quedábamos tanto como antes, pero hablábamos más. Ya fuese en persona o por internet, ninguna de las dos estábamos dispuestas a dejar que esto volviese a morir.
Descubrimos que somos más parecidas de lo que pensábamos, que Sabina es un dios y que el rock rocks (juego de palabras horrible, lo sé).
Y cambiamos la casa de la Barbie por el karaoke, el Small's por otros sitios más acordes con nuestros gustos, las canciones "yeyés" por los poemas de Sabina, y las Pringles... bueno, las Pringles siguen y seguirán.

No sabes cuánto me alegro de haber retomado el contacto, me encantan tus paranoias igual que te gustan a ti las mías, me encanta poner una frase de Sabina en el estado y que respondas con la siguiente, me encantan tus conclusiones de domingo y todos los textos que llevan tu firma, me encanta saber que pase lo que pase estás ahí, a seis horas de distancia pero dispuesta a escuchar todo lo que tenga para decirte. Y me encanta... me encantas tú.

Te quiero muchísimo, no te imaginas lo importante que eres ahora en mi vida.