Grecia. Todo empezó ahí. Primero, en las reuniones previas, me preguntaba a mí misma si no estaría equivocada contigo. En cuanto empezó el viaje, lo confirmé: no quería tenerte lejos nunca más. Cama compartida, secretos, fotos, risas, porros de romero que daban risa, mecheros con luces de corazón, revistas que compramos y no entendíamos... minuto a minuto, segundo a segundo te iba queriendo más y más.
Pero el viaje terminó, y tuvimos que volver a nuestras rutinas. "Ya está", pensé, "seguirá con su vida como hasta ahora". Una vez más, me equivocaba contigo. Recreos, idas y vueltas a casa, timbres, carreras para no llegar tarde y cigarros por todas partes. Y así meses y meses que, para qué negarlo, fueron de lo mejor que me ha pasado.
Más tarde empezaron las salidas vespertinas y nocturnas, que no hacían más que confirmar lo increíble que eres. Y RockandGol, y los Guns, y Queen, y un largo etcétera. Y Facebook, y Twitter, y Tuenti, y etcétera etcétera.
Después, me tuve que marchar, pero eso no nos impidió seguir en contacto. Y cuando volví, me alegró comprobar que no me habías olvidado, que seguía siendo una parte importante de tu vida.
12.876. Suena a número de campo de concentración, pero para mí es mucho más que eso. Es una muestra más de que me quieres, y sé que lo dices en serio. También yo. Te quiero muchísimo, mucho más de lo que pensé que llegaría a quererte, y no te haces una idea de lo importante que eres para mí. Ojalá compartamos 12.876 años más :)
Estoy deseando volver y darte un abrazo tan fuerte que te rompa todos los huesos, y ver cuánto te ha crecido el pelo, a ver si lo tienes ya como Axl :P
Quiero ventana, y te quiero a ti.